Presentes en el Día del Maestro Rosaura
Zapata Cano y los derechos de la niñez
Eduardo
Garibay Mares
La
mujer es el ser supremo del género humano, quien a la capacidad física de
generar, por su unión con el hombre, la vida de niñas y niños, suma también la
aptitud inherente de constituir el sustento toral de avances educativos y
científicos, en las diversas civilizaciones y culturas, desde los orígenes del
mundo hasta nuestros días, y de ello es ejemplo Rosaura Zapata Cano, cuya vida
y obra incidió en el objetivo de lograr en México la educación de excelencia
desde la niñez.
Hija
de la señora Elena Cano Ruiz y del capitán Claudio Zapata, María Rosaura Zapata
Cano nació el 23 de noviembre de 1876 en La Paz, capital del actual estado de
Baja California Sur, territorio donde por la participación de activistas en
movimientos políticos, tanto a favor de Sebastián Lerdo de Tejada, presidente
de la República del 1 de diciembre de 1872 al 20 de noviembre de 1876, como del
pronunciado Plan de Tuxtepec para derrocarlo, encabezado por el general
Porfirio Díaz, el capitán Zapata fue radicado en 1882 en la Ciudad de México,
por haber sido militar opositor al general Díaz, que para entonces ya había
arribado por primera vez a la Presidencia de México el 29 de noviembre de 1876,
y quien se mantuvo en la cúspide del poder hasta el 25 de mayo de 1911 cuando
la Cámara de Diputados aceptó su obligada renuncia como presidente de México.
Por la educación de
excelencia y los derechos de la niñez
Por
impulsar la educación preescolar en México, Rosaura Zapata es precursora de la
educación de excelencia desde la niñez, que ella hizo realidad en bien del país
desde principios del siglo XX, porque es derecho inalienable consagrado por la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, promulgada el 5 de
febrero de 1917, que en el artículo 3 enuncia, entre otras cuestiones, el
derecho de recibir educación que tienda a desarrollar armónicamente las
facultades del ser humano, que fomente el amor a la patria y la conciencia de
la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia, y que
contribuya a la mejor convivencia humana, al de robustecer el aprecio para la
dignidad de la persona y la integridad de la familia, sustentada en ideales de
fraternidad e igualdad de derechos; e igual, en ámbito internacional, por la
Declaración de los Derechos de los Niños, vigente a partir del 20 de noviembre
de 1954, que en el principio 7 garantiza, entre otras cosas, que al niño se le
dé una educación que favorezca su cultura general y le permita, en condiciones
de igualdad de oportunidades, desarrollar sus aptitudes y su juicio individual,
su sentido de responsabilidad moral y social, y llegar a ser un miembro útil de
la sociedad.
Vocación magisterial ejemplar
Fallecido
su padre en 1893, a
Rosaura la apoyó su madre Elena Cano para que prosiguiese sus estudios, aunque
con dificultades económicas, y así fue que encauzada desde niña en la vocación
magisterial, logró su objetivo de ingresar a la Escuela Normal de Profesores de
Instrucción Primaria, y titularse como profesora de educación primaria, en
1898, para ejercer la docencia, lo que hizo en 1899 al empezar como ayudante en
la Escuela Nacional Primaria Número 34, de donde salió becada por el gobierno
federal en 1902, a fin de realizar estudios en torno al kínder garden, jardín
de niños, en Estados Unidos, y especializarse en educación preescolar y
pedagogía en San Francisco, California, y en Boston, Nueva York. Pionera en la
creación de jardines de niños, al regresar a México en 1903 fundó y dirigió la
Escuela de Párvulos Número 2, con respaldo y reconocimiento del presidente Díaz
y del ministro de Educación, Justo Sierra, que consolidaron oficialmente desde
entonces su carrera profesional en el magisterio, dedicada totalmente a
fomentar la educación preescolar, puesto que la educadora por antonomasia hizo
de su vida una entrega generosa a favor de la niñez.
Tras
abrir en 1904 dos jardines de niños, sus estudios en Alemania, Francia,
Bélgica, Suiza e Inglaterra, y su conocimiento en cuanto a kindergarten: jardín
de niños, instituciones creadas por el suizo Enrique Pestalozzi, y por el
alemán Federio Fröebel, afianzaron desde 1906 la continuidad de su tarea de
incrementar en México la creación de más escuelas de educación preescolar,
labor que prosiguió en el contexto de la Revolución Mexicana, iniciada el 20 de
noviembre de 1910, cuando asimismo impartía cátedra en la Escuela Normal
Nacional. Periodo revolucionario cuando en el gobierno que Venustiano Carranza
presidió del 1 de mayo de 1915 al 21 de mayo de 1920, la insigne educadora
estableció en Veracruz el primer jardín de niños. En 1926 fue titular de la
Inspección de los Jardines de Niños, en el Distrito Federal, y el secretario de
Educación Pública, José Manuel Puig, la comisionó para consolidar la educación
preescolar en Baja California Sur. Titular de la Inspección General de Jardines
de Niños, creada en 1928 al instituirse el Sistema Nacional de Enseñanza, y
también gestora del Instituto de Información Educativa Preescolar, encabezó la Dirección
General de Educación Preescolar, y creó el Sistema de los Jardines de Niños.
Precursora en México de la educación lúdica, para aprender jugando, al
participar en congresos panamericanos sobresalió por sus propuestas en
Washington DC, en 1942, cuando asumió la jefatura del Departamento de Educación
Preescolar, de la Secretaría de Educación Pública; y en 1947, creada por su
decisiva intervención la Escuela Nacional para Maestras de Jardines de Niños,
se encargó de la Dirección General de Educación Preescolar.
Paralelamente,
además de su colaboración en las revistas El
Maestro, Aladino y Jardines de Niños, su legado académico
impreso comprende las obras: La educación
preescolar en México; Técnicas de
jardines de niños; Cuentos y
conversaciones para jardines de niños y escuelas primarias; Rimas para jardines de niños; Cantos y juegos, en cinco tomos; Técnicas de la educación preescolar; y Educación preescolar. Vida de plenitud
docente que en 1948 fue festejada, al cumplir 50 años de excelso ejercicio profesional,
e igual, reconocida por su aporte pedagógico y directivo en pro de la niñez,
Rosaura Zapata mereció en México la Medalla Belisario Domínguez, conferida por
el Senado de la República, y la Medalla Maestro Ignacio Manuel Altamirano,
recibida a través del titular del Poder Ejecutivo Federal, e
internacionalmente, el Premio Eva Perón, otorgado por Argentina.
Educadora
de la niñez mexicana, la distinguida profesora murió el 23 de julio de 1963 en
la Ciudad de México, de donde sus restos mortales, sepultados en el Panteón
Jardín, fueron trasladados el 23 de noviembre de 1985 para ser depositados en
la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres de la ciudad de La Paz, a fin de
cumplir su voluntad de ser sepultada en la tierra que la vio nacer.
Ejemplo
de mujer, que igual honra el cotidiano ejercicio profesional del magisterio en
pro de la niñez y de la juventud estudiosa de México, en el festivo Día del
Maestro en este 15 de mayo de 2015, la memoria de María Rosaura Zapata Cano
ilumina el presente y futuro de la educación de excelencia en la República mexicana.
¡Feliz Día del Maestro!
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