miércoles, 24 de junio de 2015

San Juan Bautista y la palabra por el bien común, siempre acallada. Eduardo Garibay Mares

San Juan Bautista y la palabra por el bien común, siempre acallada

Eduardo Garibay Mares
Junio 24 de 2015

En este 24 de junio Día de San Juan, el Bautista, con solidaridad fraterna, a periodistas, comunicadores y editores de Michoacán, de México y del mundo cuya voz se acalla.

Sucesos cotidianos afectan a niñas y niños, a jóvenes y personas ancianas, mujeres y hombres. Más aún si son migrantes, sea que estén en tránsito o que estén asentados, dentro o fuera del país de origen. Gente vulnerable y vulnerada, por cuyo bienestar es compromiso irrestricto dar a conocer la verdad, el cual asumen quienes ejercen el periodismo, aunque también están desprotegidos e igual son avasallados por los grupos de poder imperantes, que siempre acallan la palabra veraz que incida en el bien común, y sea contraria a sus intereses.
A la luz de los siglos, conocer la verdad es perenne objetivo de la humanidad, que por ello reclama a los profesionales de la comunicación, la información y noticia de lo que realmente sucede, a fin de que la verdad periodística fortalezca tanto a la sociedad en su conjunto, como al respectivo Estado que debe servir en bien de su pueblo y nación, como obliga asimismo en la República mexicana, donde hoy en día, de igual forma que en el resto del mundo, se está lejos de asegurar las condiciones al gremio periodístico, para el aporte de información y noticias veraces, por el bien común.
La voz que clama en el desierto
Ejemplo de que la palabra veraz por el bien común siempre es acallada, es el caso del heraldo precursor de Jesús el hijo de Dios: Juan el Bautista, quien preparaba el camino, enderezaba lo torcido, allanaba lo áspero y prevenía el aprovisionamiento para la llegada del Mesías.
Celebrado su nacimiento el día 24 de junio, puesto que nació seis meses antes que Jesús, nacido en Belén la noche del 24 de diciembre, y conmemorada su muerte el 29 de agosto, al iniciar Jesús su vida pública a los 30 años de edad terrena, Juan el Bautista, hijo de Isabel y de Zacarías, fue un heraldo y predicador judío quien, practicante del ascetismo, renunció a los bienes materiales y se dedicó a la realización de acciones en pro del espíritu y del bien vivir de la gente.
Juan dijo ser La voz que clama en el desierto, para dejar en claro que era, ante todo, una voz, una palabra, un hombre con un mensaje que había de ser dado en aquel desierto, territorio de hostiles condiciones físicas, donde predicó, y que igual aludía al desierto donde se extinguen los valores universales, que obstaculizan intereses personales de gobernantes y poderosos: el desierto donde impera la ley del más fuerte y las voces veraces se acallan.
En el año decimoquinto del gobierno del emperador romano Tiberio, cuando asimismo gobernaba Poncio Pilato en Judea, y eran sumos sacerdotes Anás y Caifás, Juan comenzó a predicar en el desierto, y a bautizar en el Río Jordán, ejerciendo su ministerio en Ainón, Perea, así como en la frontera de Galilea, territorio gobernado por el tetrarca Herodes Antipas. Casado Herodes con la hija de Aretas, rey de los nabateos, durante una visita a Roma se enamoró de Herodías, quien era su sobrina y a la vez esposa de su hermano Filippo, tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y la invitó a vivir en Galilea, donde Juan el Bautista se atrevió a reprocharle a Herodes tanto sus malas acciones gubernamentales, como su público adulterio. Fue entonces que influido por Herodías, a quien incomodaba la palabra veraz y recriminatoria de Juan el Bautista, Herodes lo hizo apresar y lo encarceló en la fortaleza de Maqueronte, temeroso de que Juan aprovechase la autoridad moral que ejercía sobre las multitudes que lo escuchaban, para incitarlas a la rebelión.
Esto es, que el objetivo era quitar de en medio al heraldo, que amenazaba tanto el goce de los lujos y privilegios de Herodías, que odiaba a Juan y quería quitarle la vida, como el reinado de Herodes, quien temía que la gente seguidora del profeta se sublevara en su contra.
Sin embargo, aunque al principio el tetrarca se dejó llevar por Herodías, después de un tiempo su resentimiento pareció haberse reducido, pues en su remordimiento de conciencia escuchaba a Juan e incluso hizo cosas a sugerencia de su prisionero, lo cual acrecentaba la ira de Herodías, quien vio la oportunidad de acallar la voz del profeta durante la fiesta de cumpleaños de Herodes, quien la realizó de acuerdo a la moda romana, a fin de agasajar a magnates, tribunos, y gente principal de Galilea.
En el apogeo del festejo, Salomé, la hija de Herodías, danzó y gustó mucho a Herodes y a los comensales, y entonces el rey le dijo: Pídeme lo que quieras y te lo daré. Salomé se acercó a su madre y le preguntó: ¿Qué le voy a pedir? Y ella le contestó: ¡La cabeza de Juan el Bautista!
Acto seguido, la joven danzante le dijo al rey: Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. Contrariado, Herodes tuvo que cumplir lo prometido, y al instante mandó a sus guardias que le trajesen la cabeza de Juan, mismos que, tras obedecer la orden, le entregaron la cabeza del predicador a Salomé, quien a su vez se la dio a su madre Herodías.
Así ocurrió la muerte del predecesor de Jesucristo y portavoz de todos los tiempos: Juan el Bautista, víctima tanto del odio exterminador de Herodías, a través de la aconsejada petición de Salomé, como de la imprudente promesa de Herodes, criminalmente mantenida y llevada a cabo.
Corolario
A la luz de los siglos, desde antes de Cristo y después de Él, la voz que clama en el desierto, acallada en su momento, es inextinguible, e igual lo es la palabra veraz de periodistas: mujeres y hombres que así aportan soluciones a problemas que afectan a la población más vulnerable, por el asumido compromiso, inquebrantable, de su eminente función social por el bien común, siempre obstaculizada por intereses de grupos de poder.
Sí, periodistas desprotegidos en el ejercicio de su trabajo, cuya voz se acalla impunemente en Michoacán, en México, en el mundo, de una o de otra forma.







Día del Padre el tercer domingo de junio. Eduardo Garibay Mares

Día del Padre el tercer domingo de junio

Eduardo Garibay Mares
Junio 21 de 2015

Instituida el tercer domingo de junio la fecha para celebrar cada año el Día del Padre, a fin de reconocer el papel fundamental del padre de familia en la sociedad, al cumplir en el hogar con la crianza y formación de su descendencia, natural o adoptiva, igual al lado de su pareja que él solo.
Porque la paternidad, el ser padre, se refiere desde el punto de vista biológico al vínculo de filiación entre el hombre y su descendiente natural, esto es, a la relación existente entre el progenitor masculino, el padre, y su hija o hijo. Paternidad que jurídicamente también puede establecerse mediante la adopción, por lo que en ambos casos ser papá, al igual que ser mamá, implica tener y ejercer la patria potestad de sus hijos.
Por eso es que tanto para el padre biológico, cuyo hijo lleva su sangre, como para el padre adoptivo, que igual brinda amor y apoyo paternal, nada se equipara al gozo de escuchar la palabra: Papá, misma que desde hace al menos 50 mil años ha pasado de generación en generación hasta nuestros días y que, presente en 700 de las mil lenguas existentes, en el 71 por ciento de los casos tiene similar significado, ya que alude a un antepasado común, miembro de la familia por parte paterna. Ello seguramente porque los bebés asocian los primeros sonidos que pueden emitir ante las primeras personas que ven, sus padres: ma ma, para la mamá, que los amamanta, y pa pa, da da o t ata, para el papá, al que con tal exclamación gustosa ven llegar, por lo cual se comprende que la palabra papá tenga en distintos idiomas significado semejante.
Historia del festejo
Fecha precedente en México y en otros países de la celebración del Día del Padre, que actualmente se festeja en distinto tiempo en casi todas las naciones, es el 19 de marzo, día en que se felicita a los padres con motivo de la festividad religiosa de San José: Yosef, que Dios multiplique, esposo de María y padre de crianza del niño Jesús, es decir, tenido por padre sin serlo biológicamente, carpintero de oficio y fuerte de carácter quien, padre por excelencia, cumplió su bíblico compromiso paterno como parte de la Sagrada Familia, con una vida perfecta y ejemplar.
En cuanto al festejo actual del tercer domingo de junio como Día del Padre, éste surgió de la propuesta de la estadounidense Sonora Louise Smart Dodd, en memoria de su padre Henry Jackson Smart, veterano de la guerra civil que enviudó cuando su esposa Ellen Victoria murió al dar a luz a su sexto hijo, y quien a cargo de la crianza de sus criaturas cumplió las funciones que le correspondían como padre e igual suplió las de la fallecida madre. Fue así que como Henry Jackson había nacido el 19 de junio, la amorosa hija propuso su fecha natal para homenajear a los padres.
Acogida con entusiasmo la institucionalización de un día para reconocer el quehacer del padre en la familia, la cual es el núcleo o epicentro donde se forma la sociedad y se sustenta el país, la agradecida hija logró que por primera vez el festejo tuviese efecto en la fecha planteada, en Spokane, Washington, en 1910, año a partir del cual también se efectuó en otros estados del país, más aún porque en 1924 el presidente Calvin Coolidge declaró celebración nacional el 19 de junio, hasta que en 1966 el presidente Lyndon Johnson proclamó oficialmente el tercer domingo de junio para festejar el Día del Padre, en tiempo no laborable.
Corolario
En el homenaje instituido para celebrase el tercer domingo de junio, lo cierto es que en el Día del Padre y siempre, es el amor filial de quien agradece a su padre, al igual que lo hace con su madre, la crianza y el apoyo recibidos, lo que hace preciado el ser papá, y el ser mamá, como sustento supremo de realización humana, la cual alude el controvertido dicho de que “plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo”, es la fórmula estándar para realizarse cabalmente en la vida, puesto que es incuestionable que igual es valioso: si no se planta un árbol, actuar a favor del rescate y preservación del medio ambiente; si no se escribe un libro, leer los publicados; y si no se tiene descendencia biológica, adoptar criar y formar a infantes huérfanos o abandonados a su suerte por sus progenitores.
Es por eso que instituida en casi todos los países del mundo, aunque en fechas distintas, esta celebración propicia el fortalecimiento de la unidad familiar en torno a la fundamental figura del padre, por lo que el Día del Padre se ha convertido en la fecha para festejar a todos los papás del mundo, cuyo ejemplo de vida y labor en el hogar, al incidir a favor de la sociedad en su conjunto, constituye el sustento del bienestar nacional.

Así las cosas, que en la grata compañía de toda la familia, junto con el cariñoso saludo de la hija o hijo que se hallen ausentes. Por el deber cumplido ¡Feliz Día del Padre! 

José Garibay Romero, padre ejemplar, y su hijo Eduardo Garibay Mares; en el primer plano de la fotografía del año 1952, del Archivo Histórico José Garibay Romero. AHJGR.