Domingo de Ramos: triunfo y pasión
de Jesús hijo de Dios
Eduardo
Garibay Mares
Domingo
29 de marzo de 2015
“Jesús demostró que la verdadera fuerza del hombre se ve en la
fidelidad con la que es capaz de dar testimonio de la verdad, resistiendo a
lisonjas y amenazas, a incomprensiones y chantajes, e incluso a la persecución
dura y cruel”. Juan
Pablo II
El Domingo de Ramos conmemora la entrada
triunfal de Jesús en Jerusalén, donde fue aclamado por la multitud como el
Mesías, día en que el rito de la procesión y bendición de las palmas asimismo
marca el comienzo de la
Semana Santa , en que se celebran los misterios de salvación
realizados por el Nazareno en sus últimos días de vida terrena, a partir de su
entrada mesiánica en la ciudad santa, como siervo y portavoz de la palabra de
Dios.
Es en este domingo, inmediato anterior a la
fiesta de Pascua, que se celebra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén,
donde a su llegada al templo echó de ahí a los mercaderes, reclamándoles que
esa casa de oración la tuviesen hecha una cueva de ladrones, todo ello conforme
correspondientemente profetizan Isaías y Zacarías al decir, primero, en torno a
la entrada triunfal: “Mira que ya viene el Salvador tuyo… tu Rey el Justo, el
Salvador, quien vendrá pobre y montado en un asna, y su pollino”; y segundo,
respecto al templo y los mercaderes: “Porque mi Casa será llamada casa de oración
para todos los pueblos … este templo mío en que se invoca mi nombre ha venido a
ser para vosotros una guarida de ladrones”.
Histórico día preludio de
crucifixión
Acercándose
a Jerusalén para celebrar la
Pascua , a la vista de Betfagé, pequeño poblado al pie del
Monte de los Olivos, Jesús mandó a dos discípulos que le consiguieran un asno y
acto seguido se organizó el cortejo, al paso del cual algunos tendían sus
mantos en el suelo para el borrico pasase sobre ellos, y muchos otros asimismo
esparcían ramas verdes a lo largo del trayecto, tal como acostumbraban saludar
a los reyes, agitando palmas y ramas de olivo.
Inicio
de procesión al templo de San Marcelino Champagnat el Domingo de Ramos.
Morelia, marzo 29 de 2015. FOTOS: Eduardo Garibay Mares
Ya
en la cuesta del Monte de los Olivos, cerca de la ciudad, la multitud que se
aproximaba comenzó a alabar a Dios en alta voz, llena de alegría, por todos los
vistos y conocidos prodigios, diciendo: ¡Bendito el Rey que viene en nombre del
Señor! ¡Paz en el Cielo y gloria en las alturas!
Sin
embargo, Jesús estaba consciente que este evento triunfal en Jerusalén era el
preámbulo hacia su crucifixión, por eso al llegar y ver de cerca dicha ciudad
derramó lágrimas sobre ella, diciendo: “¡Ah! Si conocieses también tú, por lo
menos en este día que se te ha dado, lo que puede atraerte la paz o felicidad;
mas ahora está todo oculto a tus ojos. Lástima es que vendrán unos días sobre
ti, en que tus enemigos… te rodearán de contramuro, te estrecharán por todas
partes y te arrasarán… por cuanto has desconocido el tiempo en que Dios te ha
visitado”.
Así
las cosas, al gentío pleno de felicidad por la llegada de Jesús, lo constituían
niños, jóvenes y adultos, que salieron a su encuentro llevando palmas y ramas
de olivo, y a los que algunos fariseos querían que Jesús los hiciera callar,
fariseos a quienes él respondió que si ellos callaban, gritarían las piedras.
Bendición de palmas en procesión al templo de San Marcelino
Champagnat el Domingo de Ramos. Morelia, marzo 29 de 2015.
Signos, símbolos y
tradiciones
El
Domingo de Ramos en la Pasión
del Señor es el sexto y último domingo de Cuaresma, y también es el día que
comienza la Semana Santa ,
o Semana Mayor, que termina con el Domingo de Pascua, y a sus días se les dice
días santos. Respecto a las palmas, del latín palmae que significa palma
de la mano y hoja de la palmera, igual usada por los romanos como símbolo de
victoria, los pueblos coinciden en asignarle altos valores a ésta como símbolo
ya que han desarrollado en torno a ella diversos ritos.
Hoy
en día, creencias religiosas e ideologías aparte, una de las fiestas más
grandes e importantes es el día de la bendición de las palmas, no sólo en todos
los pueblos del país y en el ámbito mundial, sino en todo el año litúrgico para
la Iglesia Católica ,
a efectuarse el Domingo de Ramos que conmemora el triunfo de Jesús, aclamado
como Mesías por los habitantes de Jerusalén, cuando palmas y ramos benditos
rememoran aquellos con que se dio la bienvenida a Jesús a la ciudad santa, a fin
de colgarlos en puertas y balcones para protección de la casa durante todo el
año.
Misa en San Marcelino Champagnat el Domingo de Ramos. Lectura
del Santo Evangelio. Morelia, marzo 29 de 2015.
Corolario
Domingo
de Ramos que evidencia la contradicción de los hombres cuando del “Hosanna en
el cielo” y del “Bendito el Rey que viene en nombre del Señor”, con que la población
acogió a Jesús al entrar en Jerusalén, aclamándolo como rey de Israel, pasaron
al “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”, cuando Pilato al presentarlo martirizado les
dijo “he aquí al hombre”, lo que conllevó a su viacrucis, a su muerte
crucificado en el Gólgota y a su resurrección, esto es, un evento triunfal y
secuelas de sufrimiento que proyectaron, sobre la pasión de Jesucristo, la luz
profética esperanzada de la victoria eterna.
Entrada
triunfal de Jesús en Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital
de su nación, donde también había algunas personas que preguntaban ¿quién es
éste? y a las que les respondían: es Jesús de Nazaret, de Galilea; día en que
mientras esto sucedía los sacerdotes judíos buscaban pretextos para meterlo en
la cárcel, pues les atemorizó ver cómo la gente lo había aclamado, siendo por
todo eso que en esa ciudad a donde entró triunfante, pocos días más tarde sería
clavado en la cruz, al manipular los grupos de poder a la voluble muchedumbre,
que en pocos días pasó del entusiasmo gozoso al desprecio homicida.
Así las cosas, la liturgia de las palmas anticipa
en este domingo, llamado Pascua Florida, el triunfo de la resurrección,
mientras que la lectura de la
Pasión de Jesucristo invita a entrar conscientemente en la Semana Santa , días
santos últimos de la vida terrena de Jesús, ejemplo de vida y obra, a quien
muchos siguieron en momentos de triunfo, pero al que pocos lo acompañaron en su
pasión y muerte. Jesús, Redentor y Salvador del mundo, el hijo de
Dios que es amor, paz y vida eterna, cuyo reino no es terrenal. Jesús, a quien
no desviaron de su misión y compromiso con la gente las lisonjas, como tampoco
lo lograron las amenazas
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