Carnaval, Cuaresma y Semana
Santa
Eduardo Garibay Mares
Febrero 18 de 2015
Precedido por el Martes de Carnaval, el
Miércoles de Ceniza inicia la
Cuaresma , tiempo de preparación aplicado a celebrar la Pascua , a fin de que la
persona cambie, sea mejor y pueda vivir más cercana a Jesucristo, cuya
remembranza de vida y obra incide en costumbres tanto de católicos como de no
creyentes, así como en tiempos y dinámicas de instituciones públicas y
privadas.
Carnaval
El carnaval empieza la semana antes de
iniciar la Cuaresma
y termina el martes previo al Miércoles de Ceniza. Dicha celebración de
reminiscencias paganas demuestra cómo se incorporan culturalmente, en ámbito
mundial, diversas y numerosas costumbres que se suman a mascaradas, mojigangas,
botargas y disfraces, con que se conjura el mal y se entroniza belleza,
fealdad, habilidad y locura, entre otras cosas, además de subvertir el orden en
aras de la alegría fugaz. Eventos en que se incorporan animales emblemáticos,
como por ejemplo el gallo y el toro, ambos representativos en el imaginario
colectivo de valores simbólicos de fuerza y pureza, los cuales solían
sacrificarse, por hombres y mujeres, en respectivos rituales de transición a la
vida adulta y en torno a la fertilidad.
Es el caso que la tradición carnavalesca
arraigada en el estado de Michoacán, tanto en Morelia como en otros municipios
de la entidad, donde destaca Tarímbaro, los ritos taurinos han trascendido
mediante actos representados por los llamados toritos de petate, que los
varones, niños, jóvenes y adultos, realizan al respectivamente disfrazarse de
toro, caporal, maringuía e indio apache, para danzar simulando una lucha a
muerte con el toro, mientras bailan acompañados por una banda de música en su
recorrido por las calles, a la vez que a lo largo del día embriagadoras bebidas
son ingeridas por los protagonistas y por algunos espectadores que los siguen
en su peregrinar, participantes todos que conjuntamente exponen el carácter y
poder simbólico y transgresor del carnaval, insertos en el anonimato que dan el
disfraz y la multitud, al definir transitoriamente un caos contrario a la
razón, la ley y el orden, que rigen la cotidiana vida.
Cuaresma
Comenzada el Miércoles de Ceniza, la Cuaresma dura 40 días y
termina en el denominado Domingo de Ramos, en que inicia la Semana Santa , un
periodo en que el color de los adornos usados al interior de los templos es el
morado, que significa luto, reflexión y penitencia. Un tiempo durante el cual
la gente se compromete consigo misma para ayunar y abstenerse de gustos como
fumar, ingerir bebidas embriagantes, comer alimentos o golosinas, etcétera, a
manera de sacrificarse para ser mejor, e igualmente compartir algo de lo que se
tiene y/o hacer obras en bien de personas y cosas de la creación. Tiempo de
perdón y de reconciliación fraterna, la Cuaresma asimismo posibilita erradicar
sentimientos como el odio, el rencor y la envidia.
El Miércoles de Ceniza es cuando el cristiano
recibe una cruz en la frente, trazada con las cenizas obtenidas al quemar las
palmas usadas en el Domingo de Ramos del año anterior. Por ser producto de la
combustión de algo por el fuego, la ceniza es símbolo no sólo de caducidad y
muerte, sino de humildad y penitencia, por eso es que con imposición de la
ceniza, umbral del periodo cuaresmal, los creyentes inician una estación
espiritual particularmente relevante, puesto que los prepara para rememorar la
pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazareth, el misterio pascual.
La duración de la Cuaresma se basa en el
también simbólico número cuarenta, referido en La Biblia cuando cita los 40
días del diluvio, los 40 años de la marcha del pueblo judío por el desierto, y
los 40 días de Moisés, y de Elías, en la montaña, así como los 40 días que pasó
Jesús en retiro, ayuno y meditación antes de comenzar su vida pública. E igual
es evidente que con la pascua prosiguen festejos durante siete semanas, luego
del ejercicio de fortalecimiento cuaresmal hecho en las anteriores seis
semanas, toda vez que el número seis indica actividad y energía, razón por la
cual Dios creó el mundo en seis días, para descansar el séptimo, tal como
ocurre cuando a la Cuaresma
le sigue justamente la festividad de Pentecostés, a lo largo de siete semanas,
que así multiplica para la gente el descanso, del cual es símbolo a su vez el
número siete.
Semana Santa
El Domingo de Ramos inicia la Semana Mayor , que
concluye al iniciar la pascua el domingo siguiente, esto es, la fiesta por la
resurrección del hijo de Dios, que termina hasta siete domingos después. En
dicha semana son fundamentales: uno, el Jueves Santo, que invita a profundizar
en torno a la pasión de Jesús, al seguir lo acontecido la noche en que fue
traicionado y entregado por Judas Iscariote; dos, el Viernes Santo, en cuya
tarde luego de presentar el trance que comprende la crucifixión y muerte del
mártir del Gólgota, la cruz se yergue sobre el mundo como signo de salvación y
de esperanza; y tres, el Sábado Santo, cuando la Iglesia Católica
medita la pasión y muerte de Jesucristo sepultado, esperando en oración y ayuno
su resurrección.
Conclusiones
El carnaval evidencia que las sociedades son
imperfectas y que por ello están perennemente amenazadas por la
autodestrucción, como se deja ver cuando la libertad de festejar sin límites
conduce a acciones subversivas que ponen todo cabeza abajo, en carnavalesco
caos donde la multitud se entrega al desenfreno lúdico y a los excesos, azuzada
por el compartido anonimato que dan la máscara, el disfraz y el gentío.
En contraparte, la Cuaresma constituye un
tiempo penitencial y de reflexión que posibilita a la persona: primero, la
preparación para el perdón y la reconciliación fraterna; segundo, la renovación
para reflexionar y ser mejor, así como compartir y obrar bien; y tercero, el
cambio para erradicar odio, rencor y envidia, entre otras cosas; todo ello a
favor de la sociedad en su conjunto, creyente o no, que tanto en el ámbito
social como en el de los medios de comunicación está a menudo acosada por
insistentes mensajes que, abierta o solapadamente, exaltan la cultura de lo
efímero y el placer como único objetivo de la vida.
Por eso el austero rito de la imposición de
la ceniza, al que se suman las expresiones: “Arrepiéntete y cree en el evangelio”
y “Acuérdate que polvo eres y en polvo te convertirás”, constituye un exhorto a
reflexionar en torno a la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida
humana, sujeta a la muerte, a fin de conllevar a la renovación, mediante una
penitencia que es sinónimo de voluntad, de libre y positivo esfuerzo personal,
así como de cambio de mentalidad, para una óptima convivencia humana.
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