Día de la Independencia de México el 28 de septiembre,
culminada en 1821 por apoyo del virrey O’Donojú
Eduardo
Garibay Mares
Prensa Libre
Jacona
Michoacán. Agosto 25 de 2015. No. 914. Página 2
“La
independencia de México ya era indefectible, sin que hubiese fuerza en el mundo
capaz de contrarrestarla, nosotros mismos hemos experimentado lo que sabe hacer
un pueblo que quiere ser libre”. Juan O'Donojú, en su escrito del 31 de
agosto de 1821 al gobierno de España.
Designado
nuevo virrey de la Nueva España, el general Juan de O’Donojú y O'Ryan salió de
Cádiz el 30 de mayo de 1821, a bordo del navío “Asia”, y el 30 de julio del
mismo año desembarcó en Veracruz. Este militar nacido en Sevilla, España, el 30
de julio de 1762 y muerto en la ciudad de México el 8 de octubre de 1821, era
un liberal avanzado, masón, y enemigo del absolutismo, que a principios de 1820
encabezó una conjura contra la Corona española y fue perseguido por el rey
Fernando VII, sin que ello le impidiera desempeñar cargos importantes,
seguramente porque además de ser teniente general del Ejército de España y jefe
de las armas de Sevilla, fue ministro de Guerra y Marina en la lucha contra
Francia.
Al
llegar a Veracruz, el virrey O’Donojú confirmó la supremacía de la lucha
independentista, al tener conocimiento de que el ejército realista sólo
dominaba en la ciudad de México y otras cinco capitales de provincia, por lo
que luego de lanzar una proclama conciliadora en que manifestó sus principios
liberales, arregló en seguida un encuentro con Agustín de Iturbide en la villa
de Córdoba.
Juan O’Donojú y O’Ryan, Virrey en pro de la Independencia de México. Dibujo a lápiz con edición digital/Mych.
Tratado de Córdoba el 24 de
agosto de 1821 y fin de la lucha armada
El
24 de agosto de 1821 fue suscrito el Tratado de Córdoba, donde en los dos
primeros de sus diecisiete artículos, se enuncia que esta Nueva España se
reconocería por nación soberana e independiente y se llamaría en lo sucesivo
Imperio Mexicano; y que el gobierno del imperio sería monárquico constitucional
moderado. Pronunciamiento firmado por Iturbide como primer jefe del Ejército
Imperial Mexicano, de las “Tres Garantías”, y por O’Donojú, como teniente
general del Ejército de España, que puso fin a la lucha armada y consumó la
independencia de México.
Sin
embargo, al respecto cabe destacar que: primero, ninguno de los dos tenía
atribuciones para celebrar dicho tratado; segundo, la modificación al Plan de
Iguala abrió la puerta a Iturbide para legitimar la usurpación que premeditaba,
al convalidar el sustento de que a falta de príncipe español de la familia
reinante, el trono de México podía darse a la persona que designaran las cortes
imperiales mexicanas, esto es, la Junta Provisional Gubernativa, comprendida en
el tratado para la organización del nuevo régimen, que sería formada por
personajes de la elite, en lugar de convocarse un congreso nacional, con lo
cual la revolución democrática fue así convertida en aristocrática, ya que
igual se prescribió la conformación de un Congreso Constituyente mediante
elección ciudadana.
Transición de colonia a nación
Reconocido
ya como nuevo virrey, O’Donojú proclamó el 16 de septiembre la terminación de
la guerra, al tiempo que hacía público el Tratado de Córdoba que finiquitó la
revolución de independencia. El día 27 entró a la ciudad de México el ejército trigarante e Iturbide conformó de inmediato la
citada Junta, de acuerdo al artículo 6 del Plan de Iguala, misma que integró con
treinta y ocho personas favorecidas por nacimiento, riqueza o ilustración, casi
todas ellas escogidas entre los más ardientes partidarios del absolutismo
monárquico, dejando por completo de lado a quienes representaban la tendencia
democrática y liberal, no obstante ser insurgentes que al iniciar y proseguir
la guerra, hicieron posible liberar a México del yugo imperial español.
Acta de Independencia de México el 28 de Septiembre de 1821
Reunida el 28 de
septiembre, la Junta Provisional Gubernativa redactó el Acta de Independencia y
convocó a un Congreso Constituyente, acorde a sus intereses. Esa fue la forma
en que triunfó, al final de cuentas, el movimiento insurreccional iniciado en
el pueblo de Dolores Guanajuato por el cura Miguel Hidalgo: una victoria donde
Iturbide y sus partidarios, al conservar el sistema colonial de gobierno y los
privilegios del clero, iniciaron un proceso de discordia nacional entre bandos
liberales y conservadores.
Muerte de O’Donojú
Sin
referir antecedentes respecto a quebrantos de salud y sin más explicaciones, la
historia oficial sólo menciona que el 8 de octubre de 1821 O’Donojú enfermó de
una pleuresía que, extraña y
rápidamente, lo llevó en
cuestión de horas al sepulcro, ya que falleció a las cinco y media de la tarde
de ese mismo día.
La
muerte de O’Donojú, cuya presencia, principios y acciones hicieron posible el
decreto de independencia de México, casualmente quitó el obstáculo que le
habría dificultado a Iturbide la total abrogación del Plan de Iguala y del
Tratado de Córdoba, ya que dicho deceso le dejó de inmediato el campo libre
para trabajar en pro de un monarca mexicano: él mismo.
Subjetividad histórica
discriminadora de O’Donojú
Escrito
lo acontecido en el mundo, sea del pasado o de la cotidiana crónica, casi siempre
al gusto y servicio de los poderosos que lo pagan, como ocurre con la mayoría
de lo que se hace, sea cual sea el tema y sea quien fuere el que lo escribe, como
ejemplifica lo que en torno a O’Donojú se menciona, o se omite, en la Historia
de México. Subjetividad de que igual se evidencia no sólo en cuanto a la acción
independentista, y en torno a la muerte de éste último gobernante enviado por
la Corona española, sino a las pugnas entre grupos de poder, e intestinas, a
uno de los cuales perteneció el propio O’Donojú.
Grupos
en el poder de los que ayer, hoy y siempre, y sólo de ellos, provienen los
líderes que logran consolidar cambios que impacten en ámbitos local, nacional o
mundial, por su perpetua posesión del conocimiento, del poder: económico, político
y jerárquico-social, así como de la proyección e influencia ejercida sobre
sectores de población mayoritarios, de los que se sirven.
Conclusiones
De
ahí que la revisión histórica se evidencia necesaria igualmente en el caso de
O’Donojú, cuando la oscuridad en torno a su muerte se concatena a que
oficialmente su figura fue diluida al escribirse la historia nacional, toda vez
que no obstante ser él quien posibilitó la renuncia de España al virreinato
novohispano, no fue considerado entre los defensores de la independencia de la nación
mexicana, reconocidos entonces por el Congreso Constituyente, devenido de la
Junta iturbidista, que faltó al no honrar la memoria de Juan O’Donojú, quien
vino con el propósito de que se arriara el pendón de la Corona española de este
suelo, y que asimismo se izara, para siempre, la bandera del México
independiente.
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