sábado, 23 de abril de 2016

Poder, elites, y abuso y discriminación del pueblo. Eduardo Garibay Mares

Poder, elites, y abuso y discriminación del pueblo


Eduardo Garibay Mares
Abril 23 de 2016

En el precipitado preludio electorero de los comicios de 2016, 2017, y 2018, en que maquiavélicamente se abusa del pueblo, se convienen tratos y fraguan intrigas, es evidente la vigencia en la República mexicana de la obra El príncipe, Maquiavelo, como manual para acceder y mantenerse en el poder, aunque por sinuosos caminos, que en algunos casos llegan a ser inmorales, oficiosos y legalistas.
Malinchismo y privilegios de elites discriminatorias
La analogía entre príncipes italianos, de los siglos XV y XVI, y gobernantes de México, desde el siglo XVI hasta hoy en día, se detecta en la historiografía que igualmente testimonia el predominio del malinchismo, así como el atavismo a cuestiones de alcurnia.
Es por eso que, por ejemplo: se privilegia a extranjeros sobre mexicanos; se tiene un “Palacio Nacional”, sede del gobierno federal, un “Palacio de Gobierno” estatal, en cada entidad, y un “Palacio Municipal”, para cada ayuntamiento, así como los concernientes “Palacio Legislativo” y “Palacio de Justicia”, de los respectivos poderes.

Y también por lo misma sinrazón se anteponen en ámbitos ajenos al ejercicio profesional títulos de doctorado, maestría, especialidad, diplomado y licenciatura, por parte de grupos de poder que igual añoran el uso de títulos de nobleza, prerrogativas y honores hereditarios, prohibidos desde 1917 por mandato del artículo 12 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Nicolás Bernardo de Maquiavelo
Maquiavelo nació a principios de mayo de 1469 y murió el 22 de junio de 1527, en Florencia, sitio de su desempeño como funcionario de la República florentina, en la península itálica, donde al escribir su obra El Príncipe consignó, entre otros, un modo ideal, y por ello difícil, con el que un particular podía hacerse príncipe, esto es, gobernante, sin valerse de violencias ni de nefandos crímenes, y este modo era cuando lograba el cargo apoyado por conciudadanos.
Gobierno civil desde antes y después de Maquiavelo
A dicho gobierno que requiere de lo que la astucia puede combinar, Maquiavelo lo llamó civil, y asimismo advirtió que nadie logra un cargo sin el favor de los grandes o del pueblo, porque en todo país existen ambas inclinaciones, que difieren en que una proviene de que los grandes quieren dominar y oprimir al pueblo, y la otra de que el pueblo no quiere ser dominado ni oprimido, choque del que puede dimanar o la anarquía o el establecimiento del gobierno, con características acordes a uno u otro partido.
En la pugna por vencer al partido rival es posible, por una parte, que los grandes vean necesario formarle una gran reputación a un personaje popular y que luego de dirigir todas las miradas hacia él, acaben por hacerlo gobernante, a fin de lograr, a la sombra de su poder, la plena satisfacción de sus intereses; mientras que el pueblo ha de conformarse con algún candidato comprometido con tales grupos de poder, con la esperanza de que le proteja con su autoridad y ayude a resistirlos.
Así las cosas, lo peor que el gobernante puede temer de un pueblo que no lo ame, es que lo abandone, por ello debe erigirse en bienhechor de los sometidos.
En cambio, si los grandes le son contrarios, el gobernante no sólo ha de temer verse abandonado, sino también atacado y destruido, ya que al tener más previsión y astucia que el pueblo, se confabulan para apoyar a quien lo sustituya en el gobierno, para proseguir privilegiados por sus favores, puesto que sólo fieles en la prosperidad, son enemigos declarados en la adversidad y determinantes para hacerle caer.
Respecto a quién lo lleva al poder, lo malo es que si el apoyo viene del pueblo, el gobernante siempre se halla exaltado, porque cuantos le rodean se encuentran dispuestos a obedecerle ciegamente en todo.
Aunque malo es también si el apoyo se lo dan los grandes, ya que el gobernante se desempeña con más dificultad, cercado de personas que se tienen por iguales a él, a las que no puede mandar ni manejar como necesita, y además le es difícil, y con decoro, satisfacerlas, dado que, asimismo anotó Maquiavelo, en su riqueza nunca tienen bastante, puesto que su codicia crece con sus adquisiciones y por ello sus deseos son insaciables, motivo por el cual, agregó: “Si se anticipaban al partido que iba a triunfar, y le favorecían, era para sacar provecho. Destruían después al que ellos habían elevado, no bien les distribuía todas sus dádivas. Queriendo recibir siempre, arruinaban al nuevo triunfador, tan pronto cesaba de darles”.
Igual que ahora ocurre ya sea con candidatos y gobernantes de partidos o con candidatos y gobernantes independientes.
Elites en el poder y violación de derechos constitucionales
Tal agravante se suma a la impune violación de derechos ciudadanos consagrados constitucionalmente por las garantías individuales, y que flagrantemente ocurre al ventajosamente exigir el requisito de contar con título profesional, para acceder a comisiones o empleos, políticos o no, por encima del precepto que en el artículo 35, inciso II, señala como prerrogativas del ciudadano el poder ser votado para todo cargo de elección popular, y nombrado para cualquier otro empleo o comisión.
Garantía constatada porque para ser presidente de la República, máximo cargo a que todo mexicano puede aspirar, no figura el que se tenga título profesional alguno, entre los siete requisitos señalados por el artículo 82, esto es, que las legislaciones que en ámbitos estatal y nacional imponen tal requisito preferencial, para el acceso a empleos o comisiones, desbordan el marco constitucional, porque el respectivo título no atañe a desempeños político-gubernamentales ni laborales, al ser ajenos al estricto ejercicio de la concerniente profesión.
El colmo es que al denostar a quienes sin contar con título profesional, son electos, las elites dejan ver que igual pretenden hollar el derecho ciudadano de contender para cargos de gobierno, sin dicha prenda, cuando el artículo 5, párrafo segundo, enuncia que la ley determinará en cada estado, cuáles profesiones necesitan título para su ejercicio, las condiciones que deban llenarse para obtenerlo y las autoridades que han de expedirlo.
Conclusiones
La práctica de premeditadas argucias maquiavélicas la evidencian las noticias, que día a día promueven popularidades de algunos políticos-gobernantes “de las tres che”: charlatanes, chapuceros y chiflados, meras caricaturas del televisivo héroe cómico Chapulín Colorado, quienes, trastocados de poder, hunden al país donde los otros cuantos de la elite marginan a millones de mexicanos de participación política, productividad económica y bienestar social, por medio del sistema educativo nacional deficiente con que alevosamente los anulan, desde hace más de cincuenta años.
En el actual caos legislativo y de impunidades, que exacerban el atropellado preludio electorero de los comicios del 2016, 2017, y 2018, viene al caso la observación de Maquiavelo respecto a que el país peligra cuando se dé el caso en que sea llevado del orden civil al de un gobierno absolutista, en que el los gobernantes mandarían por sí mismos o por intermedio de sus magistrados.





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