martes, 14 de mayo de 2013

Rememorar a Miguel Hidalgo



ComUnidad Nicolaita: Rememorar a Miguel Hidalgo




ComUnidad Nicolaita

Por la Supremacía de la Razón y la Excelencia de la Educación en México





















Rememorar a Miguel Hidalgo



Rememorar a Miguel Hidalgo

Eduardo Garibay Mares
Prensa Libre
Jacona, Michoacán. Lunes 13 de Mayo de 2013
Número 855. Página 2

Más allá de monumentos y de estatuas de bronce, al adeudar el Estado mexicano el proyecto nacional de rescate y preservación del patrimonio documental histórico nacional y de la enseñanza y divulgación de la historia, igual, al conmemorar a Miguel Hidalgo y Costilla Gallaga, descuida la divulgación de su ser y quehacer y la respectiva aplicación de su legado en torno a educación, cultura, trabajo, industria, producción y desarrollo comunitario, a fin de que con sustento en el patrimonio cultural e histórico del Estado de Michoacán de Ocampo y de la República mexicana, se encauce el camino y se finiquite la crisis que hoy devasta al país.
Hijo primogénito de Ana María Gallaga y Cristóbal Hidalgo y Costilla, Miguel Hidalgo nació el 8 de mayo de 1753 en la hacienda de Corralejo, en el rancho San Vicente, jurisdicción de Pénjamo, en Guanajuato.
De crianza campirana y formado entre labores y rudos trabajos agrícolas, a la edad de catorce años fue enviado a Valladolid en 1767, para continuar su educación literaria en el Colegio de San Nicolás Obispo, donde a causa de su astucia Hidalgo fue llamado El Zorro por sus compañeros de estudio. A su excelente aprovechamiento escolar, especialmente en cursos de teología y filosofía, sumó el que nunca limitó su instrucción a la que se impartía en las aulas. En cuanto a idiomas, además del italiano y del hebreo él hablaba latín, griego y francés, así como náhuatl, purépecha y otomí.
Campesino y luego nicolaita, Hidalgo se consolidó como sacerdote y catedrático liberal, a partir de que en el año 1770 pasó a la Real y Pontificia Universidad de México, donde en 1773 obtuvo el grado de bachiller en teología y en 1778 recibió la orden sacerdotal.
Después, siendo catedrático del Colegio de San Nicolás, en 1790 se le nombró rector, y además de sugerir cambiar los textos para la enseñanza de la teología, en bien de los alumnos y de su mejor preparación, también propuso integrar a la currícula la Geografía, la Historia, la Patrística y la Crítica, ciencias ahora llamadas auxiliares, para saber si era cierto lo afirmado por los teólogos.
Sirvió en varios curatos, iniciando por el de Colima, antes de ocupar el de la Congregación de Dolores y Villa de San Felipe, a principios del siglo XIX, donde al dedicarse también a la agricultura y a la industria Hidalgo extendió el cultivo de la uva y la cría de abejas, propagó la plantación de moreras para cría del gusano de seda e industria de ropa, fundó una fábrica de ropa y otra de ladrillo, así como talleres de artes, construyó pilas destinadas al curtido de pieles, y alentó a los feligreses a estudiar música, a la que él era muy aficionado.
Labrador en el día, recorría la campiña y se confundía con los trabajadores compartiendo sus faenas. Pensador en el crepúsculo, en el estrado expresaba sus sentimientos con elocuencia apasionada y revolucionaba las conciencias con avanzadas e innovadoras teorías. Hombre de sociedad en la noche, en tertulias hacía sentir la audacia de su talento.
Las costumbres de Hidalgo, distintas a las de la generalidad del clero, y el haberle dado su curato una transformación que lo hacía parecer más una próspera comuna que una congregación de indios, de siervos, despertaron la suspicacia inquisitorial y a mediados de 1800 fue promovida una causa secreta en su contra, misma que fue sobreseída a fines del año siguiente, y cuyos principales capítulos de acusación eran, entre otros:
Primero, el examen imparcial que él hacía de las Sagradas Escrituras y de la disciplina eclesiástica; segundo, sus deseos de un cambio de gobierno; y tercero, su conducta mundana, todo mediante testimonios que señalaban, entre otras cuestiones, que Hidalgo: uno, explicaba como filósofo el mecanismo del mundo; dos, deseaba para esta América la libertad; tres, discutía sobre si era mejor el gobierno republicano que el monárquico; cuatro, afirmaba que los soberanos eran unos déspotas tiranos; y cinco, hacía aparecer a los pobladores de América como subyugados y engañados por sus gobernantes.
Corolario
Así las cosas, tarea pendiente es rescatar el conocimiento de la historia, imprescindible para explicar el estado actual de la vida social y de las instituciones públicas y privadas. Saber de la historia que posibilita el aprovechamiento de las experiencias pasadas, a fin de mejorar el presente y prever la vida óptima del futuro. Historia que debe recordarse y aplicarse por el bien común, cotidianamente y no sólo en días conmemorativos, y para ello se necesita un proyecto educativo nacional de rescate, preservación y divulgación de la memoria histórica, que implique la colaboración de medios de comunicación impresos, televisivos, radiofónicos y digitales.
Entonces, a la luz del conocimiento de su vida y obra, las generaciones actuales y futuras se beneficiarían, mediante la concerniente aplicación en la práctica del vigente y vanguardista legado de Hidalgo, no sólo como pensador de avanzadas e innovadoras teorías, sustentadas en el estudio, la capacidad, la cultura, el trabajo, la igualdad, la fraternidad y la libertad, sino como estudiante, catedrático y luego rector del Colegio de San Nicolás, fundado por Vasco de Quiroga en 1540 en Michoacán: institución nicolaita “Cuna de héroes, crisol de pensadores”, que dio sede a la hoy Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.